“Política sin política: el nuevo rostro electoral del Poder Judicial en Hidalgo”

Por Aldo Suah Islas Ruiz
Politólogo
La elección popular de jueces, magistrados y ministros en México, y particularmente en el estado de Hidalgo, representa un parteaguas en la forma en que se ejerce y se entiende la política en el ámbito local. El proceso, sin precedentes en nuestra historia democrática, ha traído consigo un fenómeno peculiar: la irrupción de perfiles técnicos en un terreno esencialmente político. Este escenario permite observar, desde una mirada politológica, cómo se están gestando nuevas formas —y deformaciones— de hacer política.
La elección de cargos judiciales en las urnas traslada, como lo advertía Norberto Bobbio, funciones que tradicionalmente pertenecían al ámbito técnico o jurídico, al espacio de la legitimación popular. Si bien esto podría ser interpretado como una profundización democrática, en la práctica también expone tensiones propias de la lógica político-electoral, como el clientelismo, la propaganda o la necesidad de construir estructuras de movilización.
Desde una mirada local, lo que observamos en Hidalgo es una desconexión preocupante entre los candidatos y la praxis política. La mayoría de las personas que hoy aspiran a un cargo judicial parecen no comprender que este nuevo proceso requiere mucho más que méritos curriculares o experiencia judicial. Hacer política implica construir alianzas, generar consensos, dialogar con las estructuras sociales, y sobre todo, comunicar eficazmente con la ciudadanía.
Los perfiles que hoy se muestran como candidatos apenas entienden el significado de levantar una estructura territorial. Lo que antes bastaba para ocupar un cargo mediante designación —es decir, la capacidad técnica y una red institucional—, hoy resulta insuficiente. La política electoral exige estrategia, narrativa y articulación. El politólogo italiano Giovanni Sartori señaló que la política democrática requiere no sólo procedimientos, sino también actores capaces de comprender el juego político.
En lugar de una transformación política con nuevas prácticas, lo que estamos observando es una tecnocratización electoral fallida: profesionales del derecho improvisando campañas, repitiendo lugares comunes, sin ese click con el electorado ni con las dinámicas sociales. No es extraño, entonces, que buena parte de la ciudadanía aún no comprenda de qué trata esta elección o para qué sirve.
La politización del Poder Judicial a través de mecanismos electorales no necesariamente debe entenderse como una corrupción del sistema judicial, sino como una adaptación institucional. Sin embargo, si quienes aspiran a ejercer el poder judicial desde lo electoral no entienden cómo se construye ese poder, corremos el riesgo de vivir una elección sin política y con baja legitimidad.
Aunque este proceso inicia con dificultades naturales, también abre una oportunidad histórica: acercar la justicia a la ciudadanía y formar una nueva generación de actores judiciales con sensibilidad política. Si aprenden a escuchar, dialogar y construir, podremos hablar no sólo de una reforma, sino de una verdadera transformación democrática en Hidalgo.