Navidad, tradición del nacimiento de un Dios que no existió
ECONOMÍA VERSUS POLÍTICA
César Peña *
La mayoría de creencias de muchos pueblos, sobre todo religiosas, están construídas sobre la arena del empirismo y la tradición careciendo de toda veracidad histórica y científica, sin embargo, han generado a través del sincretismo, una industria que más allá de los millones de dólares que mueve anualmente, que ya no repara en cuestionar sus raíces.
La Navidad es en específico, una tradición en la que convergen elementos europeos, norteamericanos y sobre todo, cristianos, siendo lo dominante el aspecto religioso, en que se celebra el presunto nacimiento de Jesucristo. Y es aquí donde comienza lo retorcido del asunto puesto que el mesías cristiano, más allá de interpretaciones y diferencia teológicas sobre la presunta fecha del nacimiento envuelto en pericias mágicas y poco creíbles, la realidad es que ese personaje nunca existió.
Por lo menos la ciencia desde vertientes como la historia, la antropología y la arqueología no validan que un tal Jesucristo haya pisado la tierra y por el contrario, hay indicios de que se trata de un mito que fue plagiado de otras culturas y que fue aprovechado en la narrativa del emperador Constantino en el año 323, para imponer el cristianismo como religión del Estado Romano.
Como es obvio, no hubo ni Virgen ni Dios fecundándola divinamente, como tampoco hubo nacimiento, persecusión de Herodes, Reyes Magos ni nada parecido. Otros mitos en Egipto, Grecia, la India y Creta, más antiguos, reportan otros mesías con la misma historia. Tan sólo Salvador Freixedo documentó por lo menos 30 mesías anteriores a Jesucristo de los que los cristianos pudieron haber tomado su historia.
Es de esperarse que con tantas distancias en esos pueblos del Mediterráneo y luego, con los siglos, se haya podido construir una figura de un redentor al que se le agregaron toques mágicos y hasta presuntos autores que hablaron sobre él, sin conocerlo. No había manera de refutar el engaño.
Autores como Peter Joseph afirman tajantes que el cristianismo retomó las actividades paganas del nacimiento del nuevo sol, que se celebraba el 24 de diciembre, adaptándolas a sus creencias tal y como se hizo en Mesoamérica con la Virgen de Guadalupe que fue venerada por los pobladores originarios que antes reverenciaban a Tonantzin en el Tepeyac, siendo un sustituto casi perfecto.
Aunque la investigación no ha encontrado evidencia real de Jesucristo, la tradición no duda de nada de lo que le han dicho sus sacerdores y pastores y han hecho de este acto mitológico toda una forma de vida que ha creado villancicos, reuniones familiares, entrega de regalos y celebraciones sin fin a un Dios ficticio como todos los que se ha inventado el ser humano que suman más de 30 mil.
Incluso, los gobiernos que deberían abstenerse de apoyar estas ideas anticientíficas, crean actividades, pastorelas y acciones para festejar la fecha siendo igualmente rehenes de la tradición.
- Escritor, periodista, economista y divulgador de la ciencia