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Elección de Jueces, Magistrados y Ministros: Una mirada crítica a un proceso inédito

Elección de Jueces, Magistrados y Ministros: Una mirada crítica a un proceso inédito
  • Publicadomayo 27, 2025

Estamos a días de un episodio histórico en la vida republicana de México: la elección de figuras clave del Poder Judicial —jueces, magistrados y ministros—, un proceso que, sin duda, marcará un antes y un después en la justicia de nuestro país. Estamos a días de este acontecimiento, las dudas sobre su legitimidad y transparencia opacan cualquier optimismo. 

La incertidumbre ronda este método de selección. Quienes aspiran a ocupar estos cargos no destacan necesariamente por su trayectoria, inteligencia o expertise y peor aún de reconocimiento social. El mecanismo de insaculación —un sistema de sorteo cuestionado por sus irregularidades y opacidad— ha generado más escepticismo que certezas. ¿Cómo confiar en un proceso donde, según críticos, priman la improvisación y la falta de criterios técnicos? 

La pregunta central es incómoda: ¿vale la pena votar por candidatos desconocidos para la mayoría? La desconfianza crece al recordar que este modelo fue impulsado por el gobierno anterior, acusado por algunos de buscar debilitar al Poder Judicial. Temas cruciales como la independencia judicial, el combate a la impunidad y la garantía de derechos humanos parecen quedar supeditados a una elección que muchos perciben como un espectáculo. 

El proceso ha sido una sucesión de desatinos. Desde candidatos que adoptan apodos como “Dora la Transformadora” hasta aspirantes que recurren a tácticas de influencers —rockstars, payasadas y videos virales—, la seriedad del cargo se diluye en un mar de frivolidad. Esto no solo ridiculiza la institución, sino que expone un vacío alarmante: en varios distritos, los puestos se asignarán automáticamente al ser los únicos candidatos registrados. 

Las encuestas pronostican un abstencionismo del 85%, reflejo de la indiferencia ciudadana ante un proceso percibido como ilegítimo. El riesgo es grave: cargos clave en la Suprema Corte podrían decidirse con apenas miles de votos, minando su autoridad moral. La independencia judicial no debe confundirse con popularidad, y convertir esto en un concurso de simpatías que evidentemente amenaza la esencia misma del Estado de derecho. 

Este domingo 1 de junio, México enfrenta una encrucijada. Si bien la elección directa podría, en teoría, acercar la justicia al pueblo, su implementación caótica y la falta de información transparente la convierten en un experimento peligroso. Urge reflexionar: sin mecanismos claros de evaluación técnica y transparencia, el riesgo de politizar la justicia o trivializarla es enorme. Ojalá este proceso no sea recordado como el día que la democracia judicial se convirtió en farsa que ponga en riesgo, la democracia, la impartición de justicia, el estado de derecho y sobre todo la esencia e independencia del poder judicial.

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