Economía circular en Tula, una apuesta al futuro
Economía circular en Tula, una apuesta por el futuro.
Durante décadas, la región de Tula ha convivido con desafíos ambientales y sociales que parecían imposibles de resolver, con diagnósticos y ofertas de gobierno que no se concretaban. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, existe una ruta clara para cambiar esa realidad: el Proyecto de Economía Circular en Tula, Hidalgo, presentado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo como uno de los compromisos centrales de su gobierno.
Lo que se plantea no es solo una obra pública, sino una visión integral que combina medio ambiente, desarrollo económico, salud y participación ciudadana. Una apuesta optimista que, de concretarse, podría reescribir la historia de la zona.
El proyecto parte de una idea muy poderosa: convertir lo que antes era basura en oportunidades. Aprovechar los residuos, limpiar ríos, mejorar procesos industriales y generar energía o agua tratada no solo significa reducir la contaminación; significa activar una nueva economía, más verde, más limpia y más justa.
Las obras previstas, como el saneamiento del río Tula, la reducción de emisiones en la termoeléctrica y la instalación de centros de reciclaje, no solo buscan mejorar el medio ambiente, sino impulsar empleos locales y abrir nuevas alternativas de crecimiento. Para muchas familias, esto representa un horizonte renovado, donde las oportunidades están cerca de casa y no lejos de ella.
Uno de los aspectos más valiosos de este proyecto es que desde el inicio incluye a la comunidad. A través de talleres, diálogos y actividades informativas, las y los habitantes podrán opinar, proponer y acompañar cada etapa de las obras. Esa participación activa no solo garantiza transparencia: fortalece la unión comunitaria, promueve la colaboración y ayuda a recuperar el tejido social, pieza fundamental para cualquier transformación duradera.
En este contexto, la creación del parque ecológico adquiere un valor especial. Será un espacio verde, recreativo y cultural pensado para las familias, un lugar para convivir, aprender y disfrutar de áreas limpias y seguras, algo que la región había esperado por años.
Resulta muy simbólico que este proyecto se realice en las mismas 700 hectáreas donde, en el pasado, se prometió una refinería que nunca llegó. Ahí donde solo quedó una barda multimillonaria, hoy se proyecta un complejo que incluye el nuevo Hospital General de Zona, un centro de reciclaje y un parque ecológico que funcionará como un nuevo pulmón para Tula. Más que corregir errores del pasado, esta propuesta apuesta por el futuro: por usar ese terreno para crear salud, empleo y espacios de convivencia.
El próximo 14 de diciembre, las y los habitantes de Tula, Tlaxcoapan y Atitalaquia podrán participar en una consulta para expresar su opinión sobre este proyecto. Es un paso clave y una señal positiva: las grandes transformaciones se construyen con la gente, no a espaldas de ella.
Aunque algunos sectores han pedido más detalles técnicos, una solicitud válida y necesaria, la visión general es optimista. Este proyecto representa la posibilidad real de convertir a Tula en un modelo nacional de desarrollo sostenible, donde la economía circular mejore la calidad de vida, recupere el entorno natural y fortalezca la unión entre las comunidades.
Tula tiene frente a sí una oportunidad extraordinaria. Y todo indica que está lista para aprovecharla.
La basura es un problema que desborda la región, no hay para donde hacerse, o se apuesta por el cambio, o los problemas seguirán creciendo para todos.
