Baches: bucle infinito
Es increíble como nos hemos tenido que acostumbrar a vivir con un estrés en lo colectivo que impacta en el humor social. Y es que bastaría con enfrentarnos a los problemas personales que todos ya tenemos para poder andar bajo presión y de malas. Pero al malestar “individual” también hay que sumarle uno que se hace más evidente en temporada de lluvias: los baches. Un problema que demuestra, por increíble que parezca, como nos hemos acostumbrado a vivir con pésimos servicios públicos y una mala planeación urbana.
Si en Pachuca y su zona metropolitana los baches son cráteres, es evidente que los demás municipios están igual o peor. Y es que, aunque en los últimos meses hemos visto reparación y rehabilitación de vialidades por parte de Gobierno del Estado con el apoyo de PEMEX, muchas avenidas principales continúan severamente dañadas; ya ni hablar de las calles de colonias y fraccionamientos. Ojo, las redes sociales nos permiten corroborar que esta problemática no se limita a Hidalgo, es un problema de todo el país; pero esa no es ninguna justificación.
Vale la pena resaltar que las calles en mal estado pertenecen a un bucle infinito. Porque los que gobernaron ayer fueron los responsables de las obras que hoy presentan averías; y los que hoy gobiernan lo serán por las que comiencen con estragos en un par de años, por mucho. Y en ese bucle infinito, la narrativa de los ayuntamientos es: “son las pavimentaciones que nos dejaron los gobiernos pasados, ellos son los culpables, nosotros estamos intensificando las campañas de bacheo para que la ciudadanía tenga calles dignas”. Lamentablemente, pagamos mucho por malas obras a las que se les invierte aún más después en rehabilitación y bacheo, como si el recurso público fuera infinito.
Mala imagen urbana, accidentes, estrés, daño en propiedad y despilfarro de recursos públicos son algunos de efectos que pueden tener las calles en mal estado. Y aunque se ha tratado de construir un entramado legal que permita irse deshaciendo de este grave problema, se nos olvida que con decretos no se cambia la realidad. Solo en la medida en que los ciudadanos tomemos el rol que nos corresponde, en los comités de obra y prestando atención a las acciones que ponen en marcha los municipios podremos medianamente mitigar este mal.
Es un hecho, cada vez tiene menos credibilidad el clásico discurso de “las condiciones de las calles se deben a las lluvias atípicas”. Lo que deberíamos de plantearles a muchos gobiernos municipales es: los baches que dejan, ¿son corrupción o clara manifestación de ineficiencia?