Tres rufianes y un arrogante aprendiz de la 4T

Economía versus Política
César Peña *

El proyecto que inició en Hidalgo en 2022 con un amplio respaldo social y una gran esperanza al llegar a Palacio de Gobierno, la primera administración de oposición con Morena, ha ido de mal en peor, al rodearse de personajes que no sólo han dejado en ridículo los principios del partido y de AMLO, su fundador, sino que varios de ellos se han convertido en una vergüenza al dilapidar cualquier indicio de humildad y trato digno al pueblo.

En estos casi tres años, son varios los funcionarios que desde hace mucho debieron salir del gabinete y que en calidad de insostenibles le siguen restando confianza al gobernador Julio Menchaca, que está siendo arrastrado a una sutil conceptualización negativa.

El primero de ellos es sin duda Guillermo Olivares, el secretario de Gobierno que de imprudente ha pasado a ser considerado represor insensible que ya no está, desde hace mucho, en posibilidades de seguir encabezando la política interna de Hidalgo.

Pese a que eso lo sabe Julio Menchaca, ha decidido postergar su remoción una y otra vez mientras Olivares ha pasado a una etapa de cinismo en que ya no le interesa la opinión pública, las críticas de la prensa y menos los daños políticos al movimiento morenista, donde ya no es bien visto por las bases desde hace mucho.

Ciertamente, como reconoce Roberto Escamilla, los hidalguenses nunca votaron por un represor, por lo tanto, por prudencia y coherencia política, debe dejar el cargo, pero además Olivares tiene las manos sucias de manipular la política de Morena desde el Gobierno, lo que lo hace aún más inviable para esta encomienda.

El segundo de estos personajes que se mueve con muletas en el ajedrez gubernamental es Álvaro Bardales, el contralor que es incapaz de encontrar una mosca en un plato de sopa pese a que la mosca, en este caso, la corrupción, es la mitad del plato.

El contralor, a quien se le vincula con sobornos de ex alcaldes, complicidad y amiguismo, es famoso, no por su trabajo en materia de transparencia, sino por permitir que la corrupción siga tan viva como en los tiempos priístas.

Fue incapaz de denunciar a ex funcionarios de Omar Fayad, incluído al propio ex mandatario, se hizo de la vista gorda con la salvaje corrupción y desvío de recursos en Comunicación Social con Eduardo Iturbe y se negó a exhibir la cloaca en municipios como Zempoala, Mineral de la Reforma, Pachuca y sobre todo, Tepeapulco, donde su amiga, Marisol Ortega, estaba hundida hasta el cuello en transas y faltantes millonarios en la Cuenta Pública.

Precisamente el tercer funcionario de esta lista es Jorge Martínez, el director general de Comunicación Social del Gobierno del Estado, quien sigue sosteniendo a todos los medios que creó Eduardo Iturbe a los que les sigue pagando facturas millonarias lo mismo que los medios creados y dirigidos por Dino Madrid. Éste último por supuesto mantiene un conflicto de intereses y aún así se lleva millonarios recursos de esta oficina lo mismo que de diversos municipios donde gobierna Morena, donde cobra lo que quiere con la protección del manto divino de la siglas de Morena.

Pero el emergente en esta ruta, es el empoderado Edgar Orlando Ángeles Pérez, el oficial mayor que se mueve tras bambalinas concentrando un gran poder en todas las decisiones que toma el Gobierno Estatal.

Este arrogante sujeto es quien decide, sobre todo, cuestiones presupuestales, ejerciendo un rol que no le corresponde, pero que con ello ha puesto una cadena de mando en que muchos secretarios y funcionarios se han doblegado y supeditado en lo político, creando otro monstruo sin control.
Estos funcionarios, son apenas una muestra de lo decadente que se ha convertido Morena casi a la mitad del camino y que son quienes están dando la cara del proyecto que encabeza Julio Menchaca.

• Escritor, periodista, economista y divulgador de la ciencia.