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El «Maximato» del Siglo XXI: Sheinbaum, no caminó sola y no gobierna sola.

El «Maximato» del Siglo XXI: Sheinbaum, no caminó sola y no gobierna sola.
  • Publishedoctubre 8, 2025

Por Alfonso Ángeles

La historia política de México tiene una curiosa tendencia a repetirse, no como farsa, sino como un síntoma de una democracia inacabada. El concepto del «Maximato», aquel periodo posterior a la presidencia de Plutarco Elías Calles donde, desde la sombra, seguía ejerciendo el poder real, parecía una reliquia del siglo XX. Sin embargo, con la llegada de Claudia Sheinbaum Pardo a la silla presidencial, no estamos ante una simple sucesión democrática, sino ante la materialización más pura y sofisticada de un Nuevo Maximato liderado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El domingo pasado al cumplirse un año de gobierno aseguro que no camina sola y no gobierna sola y efectivamente, este año pareciera más una extensión del gobierno de AMLO, donde a la sombra de su mentor político y quien la llevo a ser la primera Presidenta de México da la firme impresión que su actuar está a merced de su antecesor.

Es evidente que la elección de Sheinbaum no fue la victoria de un proyecto propio, sino la ratificación del liderazgo de su predecesor, le alcanzo el efecto y marca AMLO/MORENA. Ella no llego a Palacio Nacional como una líder con mandato propio, sino como la apoderada perfecta, la encarnación técnica y leal del proyecto. Su presidencia corre el riesgo de ser recordada no por sus actos, sino por su condición de vasalla. Y para muestra un botón, lo defiende a capa y espada, y el domingo pasado no fue la excepción.

Desde un inicio, el tabasqueño tejió con maestría la red que aseguraría su influencia post-presidencial. La elección de Sheinbaum no fue casual. Fue producto de una cuidadosa selección donde la lealtad inquebrantable fue valorada por encima de la autonomía intelectual o la visión de Estado. Pues en la Ciudad de México, Sheinbaum demostró ser una ejecutora fiel, no una innovadora y no dudo para nada de su capacidad. Sin embargo, cada programa, cada declaración, cada gesto, cada acción o ejecución estaba perfectamente alineada con la narrativa central desde Palacio Nacional.

Hoy, esa dinámica se nacionaliza. La Presidenta Sheinbaum gobierna bajo la sombra de su mentor proyectada sobre cada decisión, y su mayor virtud política—la lealtad—se convierte en su mayor lastre de estadista. El proyecto de nación no ha cambiado de manos; solo ha delegado su administración. A diferencia de Calles, AMLO no necesita un cuarto de guerra en Anzures. Su cuartel está en las mañaneras. Desde ese púlpito diario, López Obrador mantiene el control del relato y establece la línea ideológica. Cualquier desviación de Sheinbaum de ese guion sería inmediatamente señalada y corregida por el tribunal de la opinión pública de su predecesor. Por eso el discurso del domingo, no dejo lugar a duda y el mensaje fue claro y contundente “No camino sola y no gobierno sola”

Este Nuevo Maximato es, en muchos sentidos, más efectivo que el original. Utiliza las herramientas de la democracia del siglo XXI—la comunicación constante y sostenible, el culto a la personalidad mediática, la descalificación, la polarización como estrategia—para consolidar un poder que trasciende al titular del cargo. La pregunta crucial es: ¿Quién Gobierna? ¿La Presidenta que tiene la legitimidad, legalidad y la responsabilidad ejecutiva, o el Ex Presidente AMLO que detenta la legitimidad moral y el control político de su movimiento? La respuesta nos la dará el tiempo y desde luego, lo que suceda en relación con los escándalos en los que se han visto envueltos sus hijos y aliados más cercanos, y por supuesto, como sucedió en el pasado si la Presidenta termina desmarcándose de una vez por todas de quien la llevo a la silla del águila y termine ejerciendo su gobierno de forma independiente. Eso aún está por verse durante el transcurso del sexenio.

El mayor peligro de este escenario no es solo la anulación de la figura presidencial, sino la parálisis que impone. ¿Cómo puede Sheinbaum tomar decisiones impopulares pero necesarias sin contradecir el legado o la imagen de AMLO? ¿Cómo puede corregir el rumbo en temas como la seguridad, empleo, salud o la relación con los empresarios si toda crítica a las políticas actuales es interpretada como una herejía al dogma y marca MORENA? Su gobierno está condenado a ser un sexenio de profilaxis política, donde la prioridad será proteger el legado de López Obrador, incluso a costa del progreso del país. Será una administración que, por lealtad, renuncia a la autocrítica y termine sucumbiendo a su líder moral.

Claudia Sheinbaum llegó a la presidencia como uno de los mejores perfiles académicos y técnicos en la historia del país. La tragedia de su gobierno podría ser que ese talento quede supeditado a la voluntad de un hombre que ya cumplió su mandato. Su lugar en la historia no lo definirá como Presidenta, sino por la sumisión como discípula. Y en esta nueva edición del Maximato, el poder ya no reside en las instituciones, sino en la lealtad inquebrantable a un solo hombre. El futuro del país, por lo que resta del sexenio, puede que ya se haya escrito, y la firma al calce no es de quien ostenta el cargo, sino de quien verdaderamente lo detenta desde las sombras de Palenque. Solo esperamos que no nos cargue la chingada otro sexenio más y eso solo el tiempo y la historia lo determinara.

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