Relevo generacional: el poder obediencial.
La historia del pensamiento político en occidente se remonta al Siglo V a.C. en la antigua Grecia, donde el entendimiento de categorías de análisis como la política, lo político, los principios normativos, las instituciones, la democracia, el poder político, el gobierno y el Estado; han evolucionado en gran medida al grado que en la actualidad existen diversas ciencias sociales enfocadas al estudio del fenómeno político. Tan es así que, en estos 2500 años hemos transitado de las sociedades antiguas a la edad media con las sociedades feudales, y de estas a las sociedades contemporáneas y modernas en las que se han generado avances en las estructuras socio-económicas, tecnológicas, políticas y académicas en el análisis riguroso, crítico y metodológico de mejores prácticas en el ejercicio del poder político; sin embargo, poco avance parece haberse generado en el contenido moral de la praxis política.
Es imperante que las nuevas generaciones puedan adecuarse a las necesidades y exigencias contextuales de su tiempo para trascender la visión Weberiana en la que el poder político debe ser entendido como dominación, al igual que la lógica Maquiavélica del fin justifica los medios, que ha proyectado una política práctica carente de principios éticos.
En este sentido el entendimiento y práctica de lo político y la política representan un hecho histórico y el contenido moral de su ejercicio no puede ser concebido como algo dado de una vez y para siempre, sino que tiene que considerarse como un aspecto de la realidad social que cambia con el tiempo.
El 2018 representapara el imaginario social, el fin de la corrupción, de los fraudes electorales, de la política clientelar, del nepotismo, del gobierno rico con pueblo pobre, del enriquecimiento al amparo del poder público, de la búsqueda del poder por el poder; al mismo tiempo representa el momento de la transformación ética de las instituciones en la que todo aquel que aspire al ejercicio público, tiene la responsabilidad de construir un nuevo tipo de Estado con una nueva subjetividad de la cultura política popular.
Sin duda la 4T marca el tercer momento dialéctico, que simboliza la metamorfosis de la vida pública del país, en el que el “poder político” debe dejar el ejercicio como dominación para transformarlo en virtud y ponerlo al servicio de los demás en un sentido obediencial.
El relevo generacional no debe recaer en una generación “nueva” o “joven” que utilice el discurso político de la edad como un instrumento de persuasión, con el fin exclusivo de aspirar a ocupar espacios de poder en cargos de representación popular, en la función pública o dentro del partido en espacios estructurales para construir base social en esta nueva etapa en la que morena se posiciona como fuerza dominante en la que surgen nuevos cuadros políticos en la escena; sino todo lo contrario el relevo generacional implica un cambio de chip, de mentalidad en la forma de entender y hacer política, porque implica una tarea creativa de reconstrucción positiva de la cultura política para terminar con “la parafernalia del poder”ejerciendo ahora con verdadera voluntad de justicia y de servicio a la 4T.